Dicen las Sagradas Escrituras que los de limpio corazón verán a Dios, y por ello podemos comprender que los de un corazón sucio no podrán verle.
«Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.» Mat.5:8.
«¿Quién subirá al monte de Jehováh? ¿Y quién estará en el lugar de su santidad? El limpio de manos, y puro de corazón: el que no ha elevado su alma a la vanidad, ni jurado con engaño.» Sal.24:3-4.
¿Qué es lo que ensucia al corazón? Dijo Jesús:
«Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades [que conjuntamente se llaman pecado], de dentro salen, y contaminan al hombre.» Mar.7:21-23. R-V 1960.
Un electricista, protegido con goma u otro material aislador, puede manipular cables de alto voltaje sin sufrir daño de la corriente eléctrica. A veces, en las bujías de un motor se forma una costra de carbón que impide el salto de la chispa que enciende el combustible. Igualmente, un corazón sucio no puede sentir las manifestaciones del Espíritu Santo, porque el pecado le resulta como una especie de aislador.
«He aquí no se ha acortado la mano de Jehováh para salvar, ni hase agravado su oído para oir: Mas vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros para no oir.» Isa.59:1-2.
Quien desee sentir el toque de la chispa divina, debe comenzar a luchar en su propio corazón contra las prácticas pecaminosas que se resisten a dejarlo. Cuando se lucha por una causa justa, no se obtiene la victoria sin sacrificio. Quienes se rindan en las primeras derrotas no llegarán a ganar la guerra, pero los que perseveren tenazmente se irán haciendo a la lucha, adquirirán nuevas experiencias, y si están bajo las órdenes de un capitán eficiente no tardará el día en que alcancen el triunfo. Muchos han sido vencidos por las pasiones humanas cuando resistían contra ellas, pero otros se han recuperado después de una derrota y continúan en pie de lucha.
Cristo es el Capitán que, con sus consejos y ejemplos nos enseña a pelear la buena batalla, con sus palabras nos imparte valor, y con su sangre deja el campo libre de enemigos.
Si un país alcanza su liberación después de larga guerra, no puede permitir que el enemigo penetre de nuevo en su territorio. Debe mantener estrecha vigilancia para impedir aun la más disimulada infiltración del enemigo, o de lo contrario habrá perdido el tiempo. De igual manera, quien alcance en la sangre de Jesús la limpieza de su corazón, tiene que seguir viviendo en santidad cada día, o dejará de ver a Dios.
«Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.» Heb.12:14.
Vivir en santidad quiere decir vivir en armonía con la Ley de Dios, resistiendo las tentaciones para que el pecado no ensucie el corazón otra vez. Quien quiera ver a Dios, comience la lucha y no la dé por terminada hasta que el Señor, refiriéndose a su corazón, le diga: Lo has vencido, guárdalo en santidad.
Ev. B. Luis, U.M.A.P., 1966
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